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Ensayo: Canibalismo, ¿Inherente a la humanidad?

Canibalismo ¿Inherente a la humanidad?

Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra canibal significa o es sinónimo de antropófago, que a su vez se define como aquello o quienes ingieren carne humana. Por lo tanto, se infiere que el canibalismo es el acto de comer carne humana, específicamente cuando es cometido por otro ser humano. Pero también es usado para referirse a cualquier especie que que se alimente de la carne de otros de su misma especie.

La creación del término "canibal" se atribuye a los primeros colonos, quienes llamaban a los nativos suramericanos "caribales" en alusión a su posición geográfica con respecto al caribe.

Así lo explica Neuza Rejane Wille Lima, doctora en ecología y profesora de la Universidad Federal Fluminense, en su libro titulado “Tipos de canibalismo – Ecología, evolución y sociedades” (Editora Conhecimento Livre, 2022):
“Colón, en su diario, se refirió a los nativos del Caribe como Caribales. Se cree que en la transcripción de sus manuscritos hubo un cambio de la letra “r” por la letra “n”, originándose así la palabra caníbal”, dice en su libro.

De la misma manera, Colón en sus relatos describía a los "caribales" como "salvajes", porque comían carne humana. Así que gracias a eso, posteriormente, esta palabra se terminó relacionando con la antes mencionada, antropofagia, proviniente del griego “anthropos” (hombre) y “phagein” (comer).

Sin embargo, ya mucho antes de que Colón pisara suramérica, el canibalismo era un fenómeno que existía (otra cosa de la que se le puede quitar el mérito a Colón de descubrir).

Según Eliane de Carvalho, doctora en Ciencias Sociales, investigadora del Programa de Posgrado en Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP), la práctica de “humanos comiendo a otros seres humanos debe haber existido desde que existen los hombres”.

La evidencia decisiva más antigua de que nuestros ancestros llegaron a comerse unos a otros son las marcas de corte que se encontraron presentes en una tibia en Kenia, de hace alrededor de 1,45 millones de años. Pero la primicia sobre el canibalismo podría tenerla otro homínido más antiguo que vivió en Sudáfrica, durante el periodo Plio-Pleistoceno (entre 2,5 y 1,5 millones de años atrás), cuyo maxilar derecho presenta marcas de corte infligidas por una herramienta de piedra.

Siguiendo esta inercia, parece que fueron caníbales todos los homínidos, desde el Homo antecessor de Atapuerca y los neandertales hasta las diferentes sociedades de Homo sapiens.

¿Pero a raíz de qué surgió esta práctica? ¿Por qué el ser humano (o al menos sus especies predecesoras) cometieron canibalismo?

Básicamente por "nuestra" capacidad para adaptarnos a cualquier tipo de hábitat y la influencia que esto tiene en la alimentación.

En aquella era, por las regiones árticas y circumpolares, especialmente durante los periodos glaciares, la fuente de energía principal era el alimento de origen animal, específicamente la grasa animal; a diferencia de las regiones más calidas y meridionales, dónde los alimentos vegetales, ricos en carbohidratos, serían más frecuentes.

Pero la dependencia de la grasa siempre existió, entre otros motivos por la necesidad de consumir ácidos grasos omega-3 y omega-6, esenciales para los homínidos, imprescindibles para el buen funcionamiento del cerebro (de hecho, un déficit de omega-3 conlleva la aparición de diversas enfermedades carenciales).

Los mamíferos de estómago simple (homínidos, caballos, osos, elefantes y mamuts) presentan una grasa subcutánea rica en omega-3. Por el contrario, los animales con un sistema digestivo complejo o rumiantes (cabras, renos, ciervos y bisontes) siempre muestran una grasa corporal mucho más pobre en estos ácidos grasos.

De ahí se deduce que el estatus nutricional de nuestros antepasados estuvo supeditado, en gran medida, a la elección de sus presas. Sabemos que los homínidos de la Edad de Piedra, en periodos más o menos frecuentes, dependían estrechamente de unas pocas especies de animales para la subsistencia y tenían poco margen para elegir.

En casos donde escaseaban las presas ricas en omega-3, se recurría a otras fuentes vegetales de omega-3, como semillas de lino, nueces y recursos similares, que podrían haber suplido la grasa animal. Sin embargo, en Eurasia, durante los largos inviernos glaciares, los recursos vegetales también escaseaban. Eso habría provocado que las enfermedades crónicas de déficit de omega-3 se manifestaran con mayor frecuencia, por lo que a largo plazo el éxito evolutivo del grupo de homínidos habría estado comprometido.

Debido a esto, los alimentos de origen animal ocuparon un lugar preferente, sobretodo durante los periodos glaciares. Ante la escasez de carbohidratos, las necesidades energéticas habrían sido cubiertas consumiendo sobre todo grasa. Esta grasa debía proporcionar simultáneamente "energía limpia” y tanto omega-3 como omega-6. Sin embargo, en muchos períodos prehistóricos los homínidos dependían de animales rumiantes, como el reno, cuya grasa es pobre en omega-3.

En tales circunstancias límite, comernos entre homínidos podría habernos ayudado a complementar la cantidad de omega-3 necesaria para conservar la salud.

Sin ir más lejos, hace unos 40 000 años, neandertales y hombres modernos podrían haberse cazado y comido entre ellos. O en cualquier época, homínidos de la misma especie podrían haberse devorado unos a otros. Como los animales ya proporcionaban carne de sobra, probablemente el nutriente predilecto en la mesa de los caníbales habría sido la grasa, rica en energía, así como las vísceras. De hecho, es fácil suponer que un manjar muy preciado en esas circunstancias habría sido el cerebro de los homínidos que, dado su gran tamaño, habría suministrado elevadas proporciones de DHA, un tipo de ácido graso omega-3 esencial para la prevención de multitud de enfermedades degenerativas.

El problema es que, si al comernos unos a otros hubiéramos aprovechado preferentemente las vísceras y la grasa corporal, las marcas de corte que aparecen en los huesos cuando se extrae la carne habrían sido menos frecuentes. Por ello, es posible que se estuviera subestimando la incidencia real del canibalismo en la prehistoria.

Esto probablemente gracias a que los neandertales no tenían forma de saber que partes del cuerpo humano tenían un mayor provecho de consumo; y de que se dejaban guiar mas por el instinto (en ese tiempo menos lógico), que en este caso era comer lo mas "rico" en vez de lo mas nutritivo.

Respecto a qué sabe la carne humana, los expertos han determinado que aunque su aspecto sea como el de la carne roja (ternera, vaca o buey) debido a la gran concentración de mioglobina presente en el músculo, su sabor (según aquellos individuos que la han probado y a quienes se ha consultado) viene a ser como el de la carne magra de cerdo, aunque algo más fuerte e intensa de sabor.

También debe tenerse en cuenta la parte del cuerpo ingerida pero, sobre todo, el lugar de procedencia de la persona a quien pertenece: el modo de alimentación y vida podrá hacer que la carne de cada cual sepa de una manera u otra.

Pero volviendo al tema principal, otra incógnita a la cuál responder es ¿Cómo y porqué dejamos de comernos entre nosostros?

Para responder a ello se tienen en cuenta varios factores. Por una parte fue muy determinante la empatía hacia el semejante que evolutivamente empezó a aparecer en el carácter de nuestros ancestros. Así, la comunicación y sociabilización entre clanes ayudó a que se dejara de practicar el canibalismo como modo de alimentación entre miembros de un mismo grupo.

También se hacía cada vez más dificultoso el apresar a otro humano (por ejemplo de otros clanes) debido a que la evolución los iba dotando de mejores recursos para escapar y defenderse, siendo mucho más fácil apresar a un animal, el cual además solía proporcionar mucha más carne con la que alimentarse, además de poder aprovechar la piel para abrigarse.

Un factor importante era la gran diferencia que había respecto al poder energético que proporcionaba (que no nutricional, ya que esto último se tiene en cuenta desde hace apenas un siglo). Según una investigación del doctor James Cole, arqueólogo de la Universidad de Brighton, publicada meses atrás en la revista 'Scientific Reports', la ingesta de carne humana ya durante el Paleolítico se realizó mayoritariamente por razones culturales, rituales o espirituales por encima de los nutricionales.

En la investigación elabora una tabla en la que se compara el valor calórico y nutricional de un homínido con el de otros animales de la época (entre los 2,5 millones de años hasta hace aproximadamente 10.000 años). Sirviendo de baremo un varón de aproximadamente 66 kilos de peso, el aporte calórico total de toda su carne (contando músculos y vísceras) era de aproximadamente unas 144.000 calorías, lo cual lo situaba muy por debajo de los grandes animales que por aquel entonces podrían existir: un caballo superaría con creces las 200.000, un oso las 600.000 y un mamut alcanzaría la friolera de algo más de 3,5 millones de calorías.

De esta forma, en el momento en el que nuestros antepasados dominaron las técnicas de caza vieron que era mucho más rentable apresar un animal que no a otro humano, además de que les proporcionaría mucha más carne y ésta les alimentaría mucho más.

No se puede negar que el comportamiento caníbal habría sido siempre evolutivamente favorable para la supervivencia de los homínidos en ese entonces... (Solo si se practicaba "correctamente"). Eso no implica que seamos una especie violenta y agresiva: más bien seríamos “condicionalmente violentos”. Es decir, estaríamos adaptados a modificar nuestro comportamiento en función de los recursos disponibles.

Ahora bien, ese criterio también choca mucho con la parte de la moral y la ética, que para ese entonces no era igual a ahora; y por su puesto, depende del contexto y situacion sociocultural e histórica.

En ese siglo donde los primeros colonos escribieron los relatos sobre los "caribales" anteriormente mencionados, la imaginación europea consideraba abominable el canibalismo, así como la brujería, el politeísmo, la poligamia y la desnudez, según el investigador. Por eso, utilizaron rituales, que fueron descritos como algo salvaje y monstruoso, como una de las justificaciones para la esclavización y masacre de los pueblos originarios.

“La antropofagia en los pueblos nativos se daba en forma de rituales. A menudo era una práctica guerrera o funeraria. No hay registros de que comieran carne humana como forma de alimento", dice Carvalho.

Al igual que con los pueblos nativos del Caribe, se han registrado rituales caníbales en poblaciones de América del Sur y del Norte, Asia y las Islas del Pacífico. Sin embargo, la investigadora destaca que, en la actualidad, los pueblos originarios modernos no siguen costumbres antropófagas.

Además, Carvalho destaca, "El canibalismo también es un hábito observado en algunos criminales en serie”; de tiempos contemporáneos. Entre los casos conocidos está el del “Milwaukee Cannibal”, del estado de Minnesota, en Estados Unidos, que mató, violó y, finalmente, se comió partes de los cuerpos de 17 adolescentes entre 1978 y 1991.

Así que, arbitrariamente (si no fuese un delito), cualquier persona (o especie) podría cometer canibalismo sin sufrir "graves consecuencias" al respecto. Incluso, si se reconoce que en su momento este fenómeno contribuyó a la supervivencia y desarrollo de la especie humana, tampoco habría una razón determinante para condenar esta acción, mas que la moral y la ética, que en mi opinion personal, si son inherentes a la humanidad.


★ Fuentes: National Geographic, José Luis Guil Guerrero, Catedrático de Tecnología de Alimentos (VíaOnda Cero); La Sexta, RAE